Guayaquil vive una vez más sus fiestas, y por su puesto los lugares para visitar y pasar un rato son diversos, Las Peñas y el Malecón 2000 a orillas del río Guayas son los más recurridos, por lo cual fue que a esos precisos lugares turísticos donde me dirigí junto con algunos amigos luego de salir de clases.
Era el viernes 12 de julio y transcurrían aproximadamente las 20:40. El inspector de bloque nos informó que el profesor con quien teníamos clases la segunda hora no había asistido, así que fue la ocasión perfecta para llevar a cabo nuestra noche guayaca.
El auto Nissan Sentra de mi compañero Wilmer tuvo acogida para 6 personas quienes nos acomodamos para entrar en el pequeño automóvil. Las telenovelas fue el primer tema de conversación apenas iniciamos el trayecto, las burlas y las risas no pararon ya que quien más argumentaba de este tema era Wilmer, siendo hombre.
Apenas nos apeamos quedamos atónitos y boquiabiertas al ver la majestuosidad de las edificaciones que conforman “Ciudad del Río” sector donde quedo parqueado el vehículo.
Mientras caminamos cada uno se imaginaba como sería vivir en aquellas modernas instalaciones. “Yo quisiera una habitación de esas para traer a mis mozas” exclamó a Wilmer.
Llegamos a Las Peñas y nos sorprendimos ante la gran cantidad de gente esparcida por doquier; así que decidimos ir a caminar en el Malecón donde nuestra primera parada fue en los baños. Los hombres decidimos hablar de fútbol para quemar tiempo mientras esperábamos a las mujeres que se demoraban una eternidad.
Durante la caminata no se hablaba de otra cosa que no fueran anécdotas chistosas, bromas de doble sentido y burlas, al parecer, mentalmente todos nos habíamos confabulado para dedicarnos esa noche exclusivamente a reír.
Dayana y Katherin no perdían la oportunidad para posar ante la cámara, y nosotros tampoco perdíamos la oportunidad de burlarnos de ellas aduciendo que se veían gordas…una aseveración fatal para cualquier mujer. Unos patos nadando en un lago nos recordaron el hambre que teníamos pues al salir de la facultad no tuvimos tiempo de comer.
Una publicidad de la película Monsters University fue la excusa perfecta para matarnos de la risa ya que nos dimos la tarea de comparar a cada monstruo de la foto con algún compañero del curso, tanto así que Wilmer y yo decidimos tomarnos una foto junto al cuadro de la publicidad.
El intenso frío de la noche no se hacía esperar; pero “una caminata en el Malecón sin visitar la Rotonda simplemente es un caminata en vano” al llegar al monumento no se hizo esperar otra sesión de fotos de las chicas, y hasta recordamos nuestra infancia al practicar el viejo truco de colocarnos a los extremos del monumento y así comunicarnos, como si estuviésemos hablando por teléfono.
Frente a la calle 9 de octubre Katherin y su novio decidieron tomar otro rumbo, por lo cual Wilmer, Dayana, Jimmy (novio de Dayana) y yo iniciamos la marcha de regreso al vehículo. Al pasar por Las Peñas la fiesta estaba en su auge pero nosotros lo único que queríamos era llegar a nuestras casas y dormir, ya que aparte de las risas y el buen rato que pasamos sin necesidad de beber o bailar, lo más notorio que nos dejó esa noche fue un dolor terrible en los pies.Guayaquil vive una vez más sus fiestas, y por su puesto los lugares para visitar y pasar un rato son diversos, Las Peñas y el Malecón 2000 a orillas del río Guayas son los más recurridos, por lo cual fue que a esos precisos lugares turísticos donde me dirigí junto con algunos amigos luego de salir de clases.
Era el viernes 12 de julio y transcurrían aproximadamente las 20:40. El inspector de bloque nos informó que el profesor con quien teníamos clases la segunda hora no había asistido, así que fue la ocasión perfecta para llevar a cabo nuestra noche guayaca.
El auto Nissan Sentra de mi compañero Wilmer tuvo acogida para 6 personas quienes nos acomodamos para entrar en el pequeño automóvil. Las telenovelas fue el primer tema de conversación apenas iniciamos el trayecto, las burlas y las risas no pararon ya que quien más argumentaba de este tema era Wilmer, siendo hombre.
Apenas nos apeamos quedamos atónitos y boquiabiertas al ver la majestuosidad de las edificaciones que conforman “Ciudad del Río” sector donde quedo parqueado el vehículo.
Mientras caminamos cada uno se imaginaba como sería vivir en aquellas modernas instalaciones. “Yo quisiera una habitación de esas para traer a mis mozas” exclamó a Wilmer.
Llegamos a Las Peñas y nos sorprendimos ante la gran cantidad de gente esparcida por doquier; así que decidimos ir a caminar en el Malecón donde nuestra primera parada fue en los baños. Los hombres decidimos hablar de fútbol para quemar tiempo mientras esperábamos a las mujeres que se demoraban una eternidad.
Durante la caminata no se hablaba de otra cosa que no fueran anécdotas chistosas, bromas de doble sentido y burlas, al parecer, mentalmente todos nos habíamos confabulado para dedicarnos esa noche exclusivamente a reír.
Dayana y Katherin no perdían la oportunidad para posar ante la cámara, y nosotros tampoco perdíamos la oportunidad de burlarnos de ellas aduciendo que se veían gordas…una aseveración fatal para cualquier mujer. Unos patos nadando en un lago nos recordaron el hambre que teníamos pues al salir de la facultad no tuvimos tiempo de comer.
Una publicidad de la película Monsters University fue la excusa perfecta para matarnos de la risa ya que nos dimos la tarea de comparar a cada monstruo de la foto con algún compañero del curso, tanto así que Wilmer y yo decidimos tomarnos una foto junto al cuadro de la publicidad.
El intenso frío de la noche no se hacía esperar; pero “una caminata en el Malecón sin visitar la Rotonda simplemente es un caminata en vano” al llegar al monumento no se hizo esperar otra sesión de fotos de las chicas, y hasta recordamos nuestra infancia al practicar el viejo truco de colocarnos a los extremos del monumento y así comunicarnos, como si estuviésemos hablando por teléfono.
Frente a la calle 9 de octubre Katherin y su novio decidieron tomar otro rumbo, por lo cual Wilmer, Dayana, Jimmy (novio de Dayana) y yo iniciamos la marcha de regreso al vehículo. Al pasar por Las Peñas la fiesta estaba en su auge pero nosotros lo único que queríamos era llegar a nuestras casas y dormir, ya que aparte de las risas y el buen rato que pasamos sin necesidad de beber o bailar, lo más notorio que nos dejó esa noche fue un dolor terrible en los pies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario